LOS TÍTERES DE LORCA, LANZ Y FALLA
Esta exposición se centra en dos acontecimientos teatrales cuyo centenario estamos celebrando y en las tres personas, Lorca, Lanz y Falla, que los llevaron a cabo. Al mismo tiempo muestra el contexto en que se produjeron y explora las fuentes que inspiraron estas manifestaciones de títeres vanguardistas.
En 1917 el artista Hermenegildo Lanz se trasladó a Granada donde se estableció. El compositor Manuel de Falla visitó la ciudad varias veces a partir de 1915 y en 1921 se instaló de manera permanente en el carmen del Ave María. Tanto Lanz como Falla pronto conocieron a Federico García Lorca y empezó a desarrollarse una estrecha amistad entre los tres.
Después del fracaso en 1920 de su primera obra dramática, El maleficio de la mariposa, Lorca se orientó hacia la inspiración popular y escribió una obra para títeres, proyecto que compartió con el musicólogo Adolfo Salazar y con Falla. Ambos amigos se entusiasmaron y entre ellos surgió la idea de crear un teatro que se llamaría “Los títeres de Cachiporra de Granada”.
El primer fruto de esta iniciativa fue la llamada Fiesta del Día de los Reyes Magos, una sesión de teatro guiñolesco, con tres obras de diversa índole, celebrada el 6 de enero de 1923 en la misma casa de la familia García Lorca, en la que colaboraron los tres amigos: Lorca, encargado de los textos, Lanz, encargado de los títeres y los decorados, y Falla, encargado de la música.
Mientras tanto, Falla había recibido de la princesa de Polignac el encargo de componer una nueva obra, y precisamente en enero de 1923 estaba terminando El retablo de maese Pedro, una especie de ópera de cámara moderna. Inspirándose en el éxito de la función de títeres, Falla decidió que para el estreno, que tuvo lugar en el palacio de la princesa en París el 25 de junio de 1925, se utilizarían dos tipos de títeres, muñecos grandes para los personajes que formaban el público y figuras planas para los personajes dentro del retablo. De nuevo Lanz participó de manera crucial en la creación de títeres y decorados.
Andrew A. Anderson